domingo, enero 15, 2006

guitarras

Quizá el rasgo más distintivo de la calle Diego Montemayor es su abundancia de sitios con música. Ubicada en el corazón del Barrio Antiguo, es hogar de varios antros, cafés y bares. Sin embargo, lo que encontré ayer fue inesperado.
Dejé el vocho en la esquina, caminé un poco y volteé hacia un balcón que me llamó la atención por su iluminación: un ventanal grande, con una puerta de madera profundamente oscura. Abajo, una cochera. La clásica cochera, de puerta amplia y un letrero al frente que amablemente pide no estacionarse frente a ella.
No suelo detenerme cuando camino; comúnmente me sigo de largo observando sólo las caras y las fachadas. Ayer escuché. Primero parecía apenas un rumor, como música de estéreo, lejana. La curiosidad, debo decirlo, me animó y crucé la acera hasta topar con la cochera y percatarme del sonido que de ella salía... era un grupo de gente tocando guitarra... la música me fascinó. Jugaban con las notas, las hacían ir y venir. Cambiaban el orden y gritaban animados. Sin darme cuenta cómo, terminé sentada en unos escalones a un lado pendiente de la música. El tiempo no me preocupaba, Tamayo venía en camino... y yo escuché morir el día.

2 Comments:

At 2:27 p.m., Blogger ivonne (vakita) said...

definitivamente la música es lo mejor ;)

 
At 4:32 a.m., Blogger Marali said...

Sé de ese tipo de momentos y son muy mágicos!

Un abrazo! =)

 

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