martes, enero 31, 2006

jueves de cielo, mar y tierra



¡Ya era hora! Habiendo pasado la nostalgia anticipada de manera forzada (sí, ya, nos graduamos) finalmente los politólogos se han animado a reanudar los jueves de lpls. Habiendo iniciado esa tradición hace un año, fueron experiencias de risas, borracheras ajenas (ándele) y demás... la verdad, el poder retomarlas me hace pensar que había más que función de colegas entre nosotros. Así que celebraremos con un jueves de "cielo, mar y tierra", o sea, con brochetas de carne, camarones y... pollo - ¡finalmente ha caído el mito de que no pueden volar!

lunes, enero 23, 2006

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Un cuarto casi sumergido en la penumbra. Lo rescata apenas la tenue luz de la pantalla. En mis oídos una canción dramática, de esas que te alegran porque puedes identificarte con ellas. Dentro de mi cabeza la continua negación a mi labor, el deseo de regresar no sé a qué, ni por dónde. Claramente no tengo nada claro.
No sé si seguir, son peligrosos los lugares a los que me arrastran las palabras, las ideas, los pensamientos. Si es cierto que un pensamiento altera la forma del agua y, por lo tanto, en mayor proporción a quien lo emite de manera constante y convincente para sí mismo, este camino de saturarme de ellos puede resultar en: a) un mangífico vuelo, o b) una estrepitosa caída. Bah, todo es cuestión de agarrar ritmo...

domingo, enero 15, 2006

guitarras

Quizá el rasgo más distintivo de la calle Diego Montemayor es su abundancia de sitios con música. Ubicada en el corazón del Barrio Antiguo, es hogar de varios antros, cafés y bares. Sin embargo, lo que encontré ayer fue inesperado.
Dejé el vocho en la esquina, caminé un poco y volteé hacia un balcón que me llamó la atención por su iluminación: un ventanal grande, con una puerta de madera profundamente oscura. Abajo, una cochera. La clásica cochera, de puerta amplia y un letrero al frente que amablemente pide no estacionarse frente a ella.
No suelo detenerme cuando camino; comúnmente me sigo de largo observando sólo las caras y las fachadas. Ayer escuché. Primero parecía apenas un rumor, como música de estéreo, lejana. La curiosidad, debo decirlo, me animó y crucé la acera hasta topar con la cochera y percatarme del sonido que de ella salía... era un grupo de gente tocando guitarra... la música me fascinó. Jugaban con las notas, las hacían ir y venir. Cambiaban el orden y gritaban animados. Sin darme cuenta cómo, terminé sentada en unos escalones a un lado pendiente de la música. El tiempo no me preocupaba, Tamayo venía en camino... y yo escuché morir el día.

lunes, enero 09, 2006

de este último mes...


Bueno ya.... hay que celebrar. Nos graduamos y aquí un pequeño detalle conmemorativo de todo lo que hubo alrededor de dicho evento.